El equilibrio ácido-base en el cuerpo se refiere a un proceso altamente complejo que se lleva a cabo de manera imperceptible por todo nuestro organismo. Las dos principales vías que lo regulan son los pulmones y los riñones.
Cualquier desequilibrio puede predisponer a padecer alguna afección. Hoy en día es mucho más difícil para nuestro organismo regular este equilibrio debido a la clase de vidas que llevamos, ya que hay factores que le afectan como són las largas jornadas de vigilia que requieren muchos trabajos y el consumo de alimentos ácidos y con poco aporte nutritivo.
Cuando el medio se vuelve alcalino es decir por encima de 7, existen bacterias, que pueden crecer de forma exponencial. Los valores que rondan entre los 5 y 6 son ácidos y pueden deberse a una acidosis metabólica que se compensará por vía respiratoria. Todo valor debajo del 5 es puramente ácido, lo que se traduce como un proceso de enfermedad como tal.
La alimentación es uno de los factores que más alteran el proceso ácido-base de nuestro cuerpo, por lo que debemos tomar conciencia de la importancia que tienen los alimentos que elegimos a la hora de alimentarnos.
Debemos saber que no es lo mismo la reacción química de un alimento, fuera que dentro del organismo. Es por ejemplo el caso del limón y de la miel. Ambos tienen un pH ácido, pero dentro del organismo provocan una reacción alcalina. Por otra parte, las verduras crudas aportan oxígeno; cocidas no.
Las verduras muy alcalinizantes son la calabaza, guisantes, remolacha, apio, lechuga, calabacín, espárragos, ajo, cebolla, perejil, espinacas crudas, brócoli y la col.
Las frutas muy alcalinas son el limón, el pomelo, la sandía, la uva, el mango y la papaya.
En cuanto a los cereales integrales, el único alcalinizante es el mijo, todos los demás son ligeramente acidificantes, pero muy saludables. Todos deben consumirse cocidos.
Las semillas además de los muchos beneficios que nos aportan, son altamente alcalinizantes.
Recuerda que equilibrio del pH puede ser alterado según el estilo de vida que llevemos y repercutir en nuestra salud, de ahí la importancia de reequilibrarlo con hábitos saludables: alimentación sana y equilibrada, ejercicio y una buena higiene mental y emocional.