Las alteraciones energéticas que se manifiestan como afecciones o disfunción pueden tratarse aplicando imanes en los polos correspondientes.
A través de la inducción magnética, estos imanes se oponen a una carga con su polaridad opuesta y hacen que las cargas se cancelen entre sí, restaurando el equilibrio natural del pH en los órganos afectados.
Los microorganismos patógenos desaparecen cuando se les quita el medio del que dependen su implantación, metabolismo y reproducción.
De esta forma, se restablece la función de los órganos en las personas enfermas y el cuerpo es capaz de curarse y regenerarse a sí mismo, siempre que el órgano o tejido no haya alcanzado el límite irreversible del proceso degenerativo.
Por ejemplo, si un paciente ha contraído una infección viral o bacteriana, el terapeuta revisará el cuerpo del paciente para detectar qué par o pares concretos están polarizados como resultado de la infección.
Los pares que surgen reflejan el desequilibrio interno del pH en un área específica del cuerpo del paciente, desequilibrio que está relacionado con su enfermedad.
Pares de imanes colocados correctamente pueden facilitar la migración de iones H + y radicales libres de una zona a otra, modificando así el nivel de pH en esa zona.
Por tanto, luego de detectar las parejas que presenta el paciente, aplicar biomagnetismo las impactará y las despolarizará con imanes colocados estratégicamente. Restableciendo y reequilibrando el nivel de pH interno del paciente.
A partir de este momento, los virus patógenos pierden su información genética y las bacterias pierden el ambiente alcalino que necesita su metabolismo para reproducirse.